Por.- Willian Baldayaque
El único problema de Montecristi es que tiene demasiado. Siempre que tratamos de señalar las bondades de Montecristi, desde sus playas, manglares, atractivos como la plataforma, su gastronomía, su imponente morro, su histórico reloj, su papel en la historia con muchos héroes de la Restauración, el 14 de Junio con Manolo, su Manuel Rueda, entre otros, pero también se suma Osvaldo Virgil.
He dicho que existen provincias con un solo atractivo, que lo explotan turísticamente y lo convierten en destino para todo el país con solo uno; sin embargo, a Montecristi le sobran.
Es por eso que destaco hoy la figura de Osvaldo Virgil, con quien tuvimos la oportunidad de compartir y encontrar siempre en las calles, en paz, tranquilidad y armonía. Un ser humano que, a pesar de su fama mundial, siempre se condujo con una sencillez digna de admirar. Se notaba en paz, tranquilo, con gusto con caminar y desplazarse por las calles de su pueblo.
Que Dios lo cuide y lo tenga en su gloria y que, por favor, independientemente de todo, esta sea la imagen que recordamos hoy, porque sabemos que cuando un grande muere, se crece, y Montecristi tiene el deber de trabajar en un espacio, porque ahora es que Osvaldo será grande, con cientos de visitantes a la tierra que lo vio nacer, MONTECRISTI.