Por.- Willian Baldayaque
Hace un año Rachelsy, en unas de sus vacaciones conmigo en
Montecristi, se extravió… Yo había salido y dejados los niños en casa con mi
madre, por lo que siendo Rachelsy la más pequeña y más inquieta al parecer en
un descuido salió de la casa y simplemente no aparecía.
Me llamaron y de inmediato salí
para la casa, pensando mentalmente en que ante todo debía de guardar la calma,
que no podía perder el control y apostar a que aparecería y que todo había sido
un pequeño susto. Mientras me embargaba un temor de que habría pasado, seguía luchando
mentalmente por mantenerme.
Llegue y de inmediato empecé
a rebuscar en todos los lugares que seguro ya todos habían buscado. Debajo de
la cama, en cada habitación, en el patio, la llamaba para ver si me escuchaba.
No importaba si todos habían hecho lo mismo. Yo sentía que debía hacerlo y
dudar de las eficacias de los demás en la búsqueda.
A medida que pasaba los
minutos se me agotaban la esperanza, no podía creer que me pasara a mí lo que a
diario como comunicador comparto como noticia. A la misma vez mi corazón empezaba
acelerarse, iba pendiendo sin proponérmelo el control. Quería solo detenerme y
gritar. Quería que acabara aquella búsqueda y que simplemente apareciera, sentía
que no podía superar esa prueba. No me imaginaba la idea de perder a una de mis
hijos, en especial la más pequeña y la que más protección necesitaba.
La imagine violada,
asesinada, mutilada, ahogada en una cisterna, muerta bajo algún escombro, lo
peores escenarios que acostumbramos a ver y que creemos pueden ser normales lo pensé.
Su cuerpecito estaba por ahí en algún lugar a sola sin su papi. Pensé que quizás
podía ser secuestrada, que era lo mejor con el fin no verla en otras condiciones.
Lo que se, es que no tenía
las ganas ni la fuerza para seguir mi vida sin ella. El solo hecho de imaginarlo
y sumarle que debía de llamar a su madre para explicarle lo que habría pasado,
no eran cosas que le deseo a nadie experimental.
Rachelsy apareció en la casa
de una vecina trancada. Había entrado a la casa y metido en la habitación. Los
vecinos no se percataron y cerraron la casa al irse. Rachelsy estaba viva y
fuera de peligro y yo no pude aguantar las lágrimas y tirarme en la cama a
calmarme.
Ahora la pregunta es: De que
hubiera sido capaz de haber encontrado al alguien violando a mi hija? De
enterarme que alguien le hubiera hecho daño? En la situación en la que estaba,
no creo que hubiera escuchado los sermones de cordura y meditación fría sobre
la situación. Solo se actúa y punto.
Quizás el Senador, yo y
muchos otros que se identificaron con él, seamos débil y no tengamos la
capacidad que ahora hoy muchos presumen. Quizás por sentir dolor, temor o reaccionar
ante lo que le pueda pasar a unos de nuestros hijos, sea algo fuera de lugar.
Pero mientras no se viva la experiencia y se esté en el mismo lugar, creo que
nadie, mucho menos ningún teórico tiene derecho a juzgar al reacción de los demás.
El Senador es un ser humano y la investidura no trae una coraza en corazón. Proteger a los hijos sobre todo y ante cualquier circunstancia son cosas que es mejor vivirla como padre para hablarla.
Y tu que eres capaz de hacer por tus hijos?